En La Vida Real: El amor de José Ramírez por el béisbol
Mi nombre es José Ramírez y amo el béisbol. En serio, lo amo de verdad.
Mientras crecía en Baní - un bello pueblo en la República Dominicana - lo único que pasaba por mi cabeza era el béisbol. Siempre jugaba "vitilla" y otro juego llamado "la plaquita" con los muchachos del barrio todo el día. Usábamos las tapas plásticas de los botellones de agua como pelotas y palos de madera como bates en vitilla. La plaquita era otro juego parecido al béisbol que jugábamos en las calles.
Yo siempre era uno de los niños más bajitos y flaquitos cada vez que jugábamos. Y también era uno de los más jóvenes. Recuerdo que jugaba en una liga por mi casa, donde los demás eran mucho mayores que yo, y la presión de eso y la manera en que lidiaba con todo eso. Aprendí desde pequeño que no debía dejarme intimidar por el béisbol y eso me ayudó bastante. Siempre mantuve mi cabeza en alto y mi orgullo desde que era un niño. Imaginen ver a un muchacho chiquito jugar con toda la confianza del mundo. Ese era yo. Y aún sigo siendo el mismo.
Siempre he creído en mí mismo. Mis padres fueron los primeros que creyeron en mí.
Mi padre tenía un motor y siempre me llevaba al play. Trabajábamos duro aun cuando la gente no tenía fe en mí por mi tamaño. Créanme, la estatura de un pelotero es un obstáculo en los países latinoamericanos. Los escuchas no buscan a jugadores bajitos y todos decían siempre que mi problema era mi tamaño - mido cinco pies y nueve pulgadas. Recuerdo cuando iba a los programas de béisbol o a las pruebas de talento y lo primero que los coaches o escuchas notaban era que estaba bajito y no me tomaban en cuenta.
Aún escucho a mi padre diciéndome, "Tienes que seguir trabajando duro y no hacerle caso a los que digan que eres bajito. Tienes que demostrar que puedes hacerlo porque tienes el mismo corazón que los demás. Nunca te des por vencido". Siempre he agradecido ese consejo y hasta el día de hoy me sigue motivando. Mi corazón es del mismo tamaño que el de los otros peloteros. Mis padres llevan 32 años de casados y me han dado muchas lecciones sobre la vida y el béisbol, pero ésa ha sido una de las más importantes.
Recuerden, yo subí como utility, sin posición fija. Pero siempre tuve fe en mí, trabajé duro y nunca me di por vencido. Aproveché la oportunidad para ganarme un rol de titular. Ahora, aquí estoy, mencionado como uno de los mejores jugadores de la Liga Americana.
Tengo que darle crédito a mi familia beisbolera, a mis coaches y a mis compañeros. Todos me han apoyado mucho y nos divertimos. Me han dado todo tipo de apodos. El año pasado, me decían George Jefferson por mi forma de caminar y ahora me dicen "Mini Me" porque dicen que parezco a un Juan Uribe en miniatura. Uribe es una gran persona. Pasamos mucho tiempo juntos cuando él estuvo con el equipo el año pasado y me ayudó mucho en la tercera base. Estoy muy agradecido por sus consejos. Todo el mundo se burla y dice que él es mi papá. Es cómico. Estoy agradecido por muchachos como Uribe y José Reyes, que sigue siendo una parte importante de mi vida".
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