21 feb 2018

AL BAT POR: JESUS ALBERTO RUBIO

Al Bat Gigantes, gordos y corpulentos Por Jesús Alberto Rubio. Hoy no hablaremos de los peloteros pequeños de estatura física que han jugado o ven acción en la Gran Carpa, como lo fueron Fred Patek y Alfonso “Houston” Jiménez (Mellizos), o los del beisbol actual, José Altuve Astros), Alexi Amarista, Justin Pedroia o Nori Aoki Bueno tampoco citaremos al famoso enanito Eddie Gaedel, de 37 pulgadas de altura y quien utilizó el número 1/8 en su espalda cuando en la temporada de 1951 salió un juego con de los Café de San Luis, recibiendo base por bolas. Una tremenda idea del visionario Bill Veeck y, si le interesa esta historia, aquí la puede disfrutar:
http://www.geocities.ws/elpelotero_online/reportajes/j ugador_mas_pequeno_grandes_ligas_ekv.html A propuesta del colega Cruz Teros esta vez fijemos nuestra atención en aquellos gigantes de estatura, corpulentos y gordos que demostraron –y demuestran en la actualidad—que juegan con el corazón, sin importarles su obesidad y sobrepeso. Sí, aquellos que sus habilidades, capacidad y poder en el terreno de juego que tenían –y tienen-- enorme adicción a la comida que les hizo ver y caracterizarse por su corpulencia… y algunos con enorme abdomen. ¿Nombres famosos en la historia del beisbol? Faltarán muchos, pero al menos aquí le tengo algunos de épocas pasadas: Frank Howard, Ted Kluszewski, Boog Powell, Babe Ruth, Jimmie Foxx Josh Gibson (Ligas Negras), Mickey Mantle, Dave Kingman, Bobby Bonds Harmon Killebrew, Dave Winfield, Kirby Puckettt, Ron Reed, David “Big Papi” Ortiz, Cecil y Prince Fielder y Tony Gwynn. ¿Y qué podemos decir de Aaron Judge, Giancarlo Stanton, Mark McGwire, José Canseco, Albert Pujols, Hunter Pence y Pablo Sandoval? Citemos también a los lanzadores de altos kilates, como los que marcaron historia: Juan Marichal, Bob Gibson y Dave Wells, y más para “acá”, CC Sabathia (el lanzador más gordo y rico de nuestra generación) y Bartolo Colón, “Jumbo” Díaz y Alfredo Simón. En la primera década del presente siglo, vimos al primera base Walter Young, quien en la temporada del 2005 pesaba 138 kilos y jugaba para los Orioles de Baltimore. Mucho tiempo antes, con los Astros del 71 al 80, al gran lanzador J.R. Richards (6.8). Asimismo, al pitcher holandés Loek van Mil, a quien se le considera el “más alto del mundo” por medir 7 pies y una pulgada (2 metros y 16 centímetros), muy distante, obviamente, del 1.67 del venezolano José Altuve. Y fíjese, hasta su nombre completo es largo: Ludovicus Jacobus Maria Van Mil. Loek van Mil lanza en Ligas Menores para la organización de Anaheim. Incluso Randy Johnson, cuyo sobre nombre era la Gran Unidad, es más pequeño que van Mil: 2.8. Otro gigante del pitcheo: Jon Rauch, con seis pies, 11 pulgadas (2.10 metros), quien de 2002 al 2013 fue el de mayor estatura en las Mayores. En igual forma, uno más de la misma figura: Eric Hillman, 6′10″. En México, tenemos un notable ejemplo: al “Gigante de Mulegé” Japhet Amador, quien pesa ¡140 kilogramos! ¿Recuerda cuando al “Toro” Valenzuela le decían “Gordo” Valenzuela? Mmmm… ¿y a Obed Plascencia”, “El Gordo de Oro… o “Trucutú? Me dice el profesor Héctor Barrios Fernández que “era más emocionante ver un triple de Obed que un cuadrangular de Espino… ¡ah raza!” ¿Y qué tal el pitcher zurdo Salvador “Bullanga” Sánchez, enorme pitcher ganador por excelencia en los años 60´s? ¿El “Grandote” Pepe Peña… o Miguel Sotelo? Miguel “Becerril” Fernández, Ramiro Caballero, Felipe Montemayor, Adolfo “Tribilín” Cabrera y Martín Dihigo, por estatura no se quedaban atrás. También debemos recordar a Roberto Ortiz, de seis pies con cuatro pulgadas y a quien se le conoció con el sobrenombre de ¨El Guajiro” y el “Gigante del Central Senado”. Hay más, claro. Pero, ya no le sigo, amigos, porque la verdad quierodeseo dejar estas teclas y salir al patio, a las calles, fuera de estos muros, ¡a donde sea!, para disfrutar el excelente clima, los nublados que tenemos sobre el cielo de Hermosillo y a la gente que también anda gustosa y bien animosa igual que yo. Quizá usted también haga lo mismo, ¡qué caray!

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