29 may 2018

MI PUNTO DE VISTA POR: LUIS ALFONSO FELIX

Concluyó la primera de dos temporadas en la Liga Mexicana de Beisbol, con la única novedad de que habría juego extra entre Bravos y Pericos por el mal aclamado “boleto de comodín”. De allí en fuera todo aconteció dentro de la naturalidad: siete equipos que solo cumplieron con un requisito llamado rol regular, cuando sus capacidades ya los acuartelaban en pretemporada sin que tuvieran que hacer un lanzamiento o swing, y un número final de asistencias con más irresoluciones que la honestidad de los candidatos presidenciables.
 
León se introdujo a la liguilla merced a aquella importante racha de 11 victorias consecutivas, y porque su plantel estaba un poco más equitativo que el resto de quienes ocuparon lugares de media tabla hacia abajo, en tanto Puebla sacó a relucir el orgullo de haber sido finalista –entre ellos capturar un título- en los últimos dos campeonatos.
 
Monterrey, Tijuana, Aguascalientes y Monclova sacaron boleto para contender el gallardete de la zona Sur, sin ninguna extrañeza, si acaso ver a los Rieleros como tercer lugar del grupo. Yucatán, Diablos Rojos y Tigres haciendo valer sus rangos para ocupar en ese orden los tres primeros escalones del Sur.
 
Los Pericos habrían impedido este sufrimiento de no ser porque su dueño le concedió todas las predilecciones a su hijo mayor (Monclova), al no tentarse el corazón y mucho menos pensar en la afición poblana cuando destruyó a un equipo que con más hombres que nombres estuvo dos años seguidos en esa etapa que se les ha negado a los Acereros.
 
Asistencias. A veces me preguntaba qué podría haber resultado más atractivo: ver un gran torneo o un gran número de aficionados en todos los parques. El calendario regular no fue tan malo, pero tampoco como para enmarcarlo. Sin embargo, con todo y que se hayan rebasado los dos millones de espectadores (2, 096,638 para ser más exactos), los ingresos no dejan de ser misérrimos en algunas plazas.
 
Para muestra basta un botón: con todo y sus dudas, Campeche metió 48,008 en 24 juegos para un promedio de 2 mil fanáticos por partido. En Culiacán o Hermosillo ese número se habría patentado con una sola serie de tres partidos.
 
De no ser porque Sultanes, Leones y Toros navegaron dentro de los parámetros, el registro de asistencias habría sudo un sonoro fracaso en general. Solamente entre ellos tres atrajeron el 51 por ciento del total del público que dictan las cifras finales. Desde allí comienza la divergencia si prefieren verlo así y no bajo la óptica del interés de la afición por sus franquicias.
 
La pausa de aproximadamente cinco semanas en cuyo lapso habrá de celebrarse la postemporada seguro no traerá cambios muy sustanciosos en ese rubro. Los aficionados ya vieron la calidad y el poco potencial de sus conjuntos y saben que en dicho renglón no habrá variantes. Esto quiere decir, que para el torneo clausura habrá que esperar un descenso muy notorio de público en algunos escenarios y en el global del que ahora para algunos consideran que es de presumirse.
 
Sistema. Yo le abonaría algo al formato de clasificación, pero reconociendo que se trata de un premio a la mediocridad: que hasta la última serie del rol regular todos los equipos –del cuarto sitio hacia abajo- tenían posibilidades de avanzar como sucedió en el Sur con Campeche, Tabasco, Oaxaca, Puebla y León que jugaron por abajo del promedio de .500 de porcentaje.
 
Pensando en que tampoco muchas cosas continuarán sobre la misma ruta, hay que esperar un siguiente torneo en el que los fuertes seguirán siendo fuertes y los débiles aspirando al menos pelear por el boleto de comodín, que al fin y al cabo, mediocre o no, todo se borra pero no se olvida ya estando en la liguilla

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