5 jul 2018

AL BAT POR: ALBERTO RUBIO

Al Bat

Diversión y beisbol

Por Jesús Alberto Rubio.

Antes de ir con Héctor Bencomo, vamos rápido a tres relevantes hechos; dos de la Gran Carpa y uno de la Norte de México:

Órale.

1.- Cody Allen, el cerrador derecho de los Indios de Cleveland llegó a 140 juegos salvados para convertirse en el líder de salvamentos de todos los tiempos para la franquicia.

Rebasó a Bob Wickman en la cima de ese departamento en la historia de Cleveland.


2.- Por su parte, el también relevista de los Cardenales, Jordan Hicks, volvió a tirar fuego con un sinker de 104.4 millas por hora.

Es el lanzamiento más duro desde que se empezó a grabar el tipo y el resultado de cada lanzamiento en Grandes Ligas en el 2008.

El récord anterior era del cubano Aroldis Chapman, quien se lo hizo a Tommy Pham con un "misil" de 104.2 mph el 12 de septiembre del 2016.

Después de poner su nueva marca, en el mismo turno Hicks le dio un bolazo a Pollock con su siguiente pitcheo-otro sinker, ahora de 104.3 mph. Desafortunadamente para Pollock, es la mayor velocidad de un lanzamiento que haya golpeado a un bateador.

3.- Y noticias de la Liga Norte de México nos dicen que el nativo de Matanzas, Cuba, Yadil Orestes Mujica se metió al libro de récords de la LNM al llegar a 100 hits en la presente temporada y convertirse en el primer pelotero que tiene dos campañas de 100 o más imparables, ya que en 2015 con Freseros de San Quintín disparó 101 inatrapables.

Ahora sí:

Estadios-cantinas

Porque el siguiente asunto ya lo hemos ventilado y criticado, incluso, creo que vale la pena reproducir-multiplicar lo que el colega regio Héctor Bencomo nos comparte en su página Hitazo, verá.

Un tema que es de llamar la atención aquí, allá y acuña en referencia a la fanaticada/afición que acude a los parques de béisbol profesional a divertirse en grande, muchas veces sin percatarse-interesarse de lo que acontece en el terreno de juego.

Bencomo retoma y hace suyo lo dicho por Sanca Dilla, columnista de El Norte:

“Así como hay cerveza “en oferta y abundancia”, también surgieron los balcones parrilla, donde la gente puede ir y disfrutar de una carne asada, unas cheves y, si quiere, ver el béisbol”.

Hace referencia, obviamente, al Palacio Sultán.

También, muy puntual, advierte:

“El Rey de los Deportes pasa a segundo término porque primero está el negocio, divertir a los asistentes como en una fiesta y el resultado es lo de menos.

¿Será el camino equivocado?

¿Estaremos en el camino a que el resultado pase a segundo plano en favor del gozo personas del nuevo aficionado?

En lo que tiene toda la razón Sanca Dilla, es en el sonido local.

A ver:

Eso se ha vuelto una locura. Son una mala copia del ambiente musical que se vive en un partido de Ligas Mayores. Los nuevos DJ quieren ser el centro de atención y convierten el partido en una pachanga.

Ruido, ruido y ruido por todos lados.

¿Y el beisbol?

El Rey de los Deportes pasa a segundo término porque primero está el negocio, divertir a los asistentes como en una fiesta y el resultado es lo de menos.

La gente que va a convivir con sus amigos ni siquiera puede hablar.

Es imposible sostener una conversación.

Por eso la mayoría de los asistentes tiene una cerveza en la mano y el celular en la otra.

Eso es un sacrilegio para las personas que toman en serio este pasatiempo. La mentalidad comercial se impone sobre el respeto a un deporte que en Monterrey tiene historia y de la buena…”.

Ándele.

¿Cómo la ve?

¿Alguna semejanza muy cercana a su corazón?

PROFR. HÉCTOR BARRIOS FERNÁNDEZ:

Lic. Rubio, te saludo cordialmente.

Jueves 4 de julio de 1985. Ese juego lo vi en la tele; comenzó como dos horas tarde, a las 9 de la noche hora de Atlanta.

Fue un juego loco.

Al cierre de la octava apagué la tele pensando que los Mets ganarían, total se habían ido arriba 7-4 y me dormí, ya que había que trabajar al otro día, viernes.

Como una hora después desperté, prendí la tele para informarme del resultado del partido y cuál fue mi sorpresa al ver que estaban empatados en el inning 12.

Me venció de nuevo el sueño y volví a despertar para ver que los Mets en el inning 18 se iban arriba por una carrera, y ya casi sólo por morbo hice un esfuerzo por mantener los ojos abiertos.

Cierre del 18: rápidamente cayeron los dos primeros outs y como a los Bravos no les quedaba nadie en la banca, tuvo que venir a batear el lanzador, Rick Camp.

Creo que tenía años que no tomaba turno al bat;  dos lanzamientos, par de strikes. Siguente pitcheada y adiós pelota, ¡cuadrangular para empatar el juego, increíble!

En la primera parte del inning 19, vienen los Mets y se aseguran de anotar 5 carreras; en el cierre, los Bravos hacen el esfuerzo, patalean y anotan dos. Marcador final 16-13.

¡19 innings!

Para mí en Ensenada, casi la 1 de la mañana; en Atlanta llegando a las 4 a.m.

Años más tarde un habitante de Atlanta me platicó que de cualquier manera, lanzaron los fuegos artificiales del 4 de julio y los vecinos del Fulton County Stadium salieron corriendo de sus casas, pensando que los estaban bombardeando.

Esa madrugada casi no dormí pensando en ese juego loco.
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