PETE ROSE |
Pete Rose bromeó sobre su cabello y su
edad. Rememoró todas las victorias de la llamada Gran Máquina Roja. Había una
sola cosa que el rey del hit estaba decidido a no hacer al ser admitido al
Salón de la Fama de los Rojos de Cincinnati. "De antemano lloré en el campo de juego en una ocasión",
declaró Rose el sábado en referencia al momento en que conectó el imparable con que impuso récord. "Eso fue
suficiente".
Rose, de 75 años, mantuvo la calma
durante la ceremonia en la que se convirtió en el 88vo pelotero en ingresar al
Salón de la Fama del equipo. Muchos de sus ex compañeros en la Gran Máquina
Roja -- entre ellos Johnny Bench y Tany Pérez, integrantes además del Salón
de la Fama de Grandes Ligas- estuvieron presentes para unirse al humor y el
honor.
Así jugaba al béisbol Pete Rose..
Además,
acudieron para decir algo bueno sobre el oriundo de Cincinnati conocido como 'Charlie Hustle' (Charlie Ajetreo.) y
que se convirtió en el rostro del máximo equipo profesional de béisbol en
muchos aspectos, con su rudo tipo de juego y, después, su suspensión de por
vida por haber realizado apuestas en partidos de los Rojos. Ese castigo le
impidió ingresar a Cooperstown, pero los Rojos obtuvieron permiso para rendirle
homenaje a su propia manera.
Así lucia Pete Rose cuando llego a Grandes Ligas con Los Rojos De
Cincinnati.
"Es la persona más insatisfecha que he conocido", indicó Bench. "Todos los días
lucía descontento hasta que pegaba cuatro hits. Nunca se sintió feliz con tres
hits. Quería cuatro”. "La grandiosidad de ese hombre era que nunca estaba
satisfecho", añadió.
Rose
estableció el récord de Grandes Ligas de imparables al pegar el número 4.192 en
el Estadio Riverfront de 1985 frente a los Padres de San Diego, que también eran el rival de
los Rojos el sábado. Cuando llegó a la primera base con un sencillo, terminó
llorando durante una ovación de pie de nueve minutos de parte de los
aficionados. En la ceremonia de admisión del sábado en el Great American Ball
Park, el público coreó "¡Pete!
¡Pete!" y lo ovacionó por un minuto. Una vez que subió al podio, Rose se limpió el sudor de su frente
con una toalla. Afirmó que sólo tenía cinco minutos para hablar, cuando podría
pasar días narrando lo que los aficionados significaban para él. "Yo bateaba para ustedes",
dijo Rose. "Yo trataba de anotar
carreras para ustedes".
Pete Rose con Nolan Ryan, Jim Kaat y Carl Yastrzemski.
Rose señaló en broma que ha
acudido a ceremonias de ingreso al Salón de la Fama, pero era la primera vez
que había sido invitado a una. Agregó que era "lo más grande que me haya sucedido en el béisbol".
Luego él, Pérez y Bench entraron
al campo. Pérez realizó un
lanzamiento desde adelante del montículo con Rose bateando de zurda y Bench
detrás del plato. El lanzamiento fue abierto. Rose lo conectó. Y ahí, recibió otra fuerte ovación. El inicio del
encuentro entre Rojos y Padres se retrasó seis minutos debido a que la
ceremonia se extendió.
Barry Larkin y Ron Oester, oriundos de Cincinnati y miembros también del Salón de
la Fama de los Rojos, reconocieron que resulta particularmente especial ser
homenajeados por el equipo que crecieron admirando. "Siempre que uno es admitido al salón de algo resulta
maravilloso", comentó Larkin,
quien también ingresó a Cooperstown en 2012. "Pero el hecho de ser
admitido al Salón de la Fama del equipo de tu ciudad natal es algo
personal".
La tremenda
Maquina Roja de Cincinnati. De izq. A der.: Johnny Bench, Ken Griffey, Pete
Rose, Joe Morgan, Tany Pérez, George Foster, Cesar Gerónimo y David Concepción,
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