2 jun 2017

POCO INTERES POR LOS 600 HRS, DE PUJOLS



Como en ningún otro deporte, los números lo son todo en el béisbol.
Desde los 20 triunfos en una temporada para un pitcher hasta los 3.000 hits en la carrera de un bateador, hay hitos que incluso el aficionado más casual adora y celebra.

Lamentablemente, la estadística que solíamos considerar más importante ya no nos motiva a desembolsar la calculadora. Se trata de los jonrones.
Albert Pujols es uno de esos grandes toleteros en la historia de las mayores, pero su persecución de la cifra mágica de 600 cuadrangulares ha pasado desapercibida ante muchos en las semanas recientes. Desde luego, hay un gran cartel que lleva la cuenta en el jardín central del parque de los Angelinos de Los Ángeles.
El número que aparece ahora es 599.
Y por supuesto, muchos fanáticos apuntaron las cámaras de sus celulares hacia el terreno cada vez que el dominicano llegó a la caja de bateo el miércoles, en un juego que los Angelinos ganaron por 2-1 a los Bravos de Atlanta. Todos querían captar un momento histórico.
Pero eso es todo. Y hay un motivo para ello.
Debido a la era de los esteroides, los peloteros que saben enviar la pelota por encima de la cerca con cierta regularidad no generan tanta estima como antes. Tratamos a las nuevas versiones de Hank Aaron y Babe Ruth con desdén colectivo y con una dosis saludable de escepticismo, pese a que el béisbol de hoy, dominado por las potentes rectas de los lanzadores, podría encontrar algo de novedad en el bateo.
Parece que nadie ha olvidado la época en que los bateadores se burlaron del deporte con el consumo de sustancias prohibidas.
Así, cuando Pujols llegue a los 600 jonrones, la celebración será moderada.
Y es una pena, de verdad.
“Pienso que esto es increíble, y habría que ponerlo en un contexto adecuado”, comentó el manager de los Angelinos, Mike Scioscia. “Si alguien conecta 300 jonrones, quiere decir que pasó como 10 años bateando 30 jonrones en cada uno. Lograr el doble de esto simplemente define... a los jugadores de elite que han estado en la caja de bateo”.
De hecho, Pujols se convertirá apenas en el noveno toletero de la historia en llegar a 600 jonrones. Y muy probablemente será elegido miembro del Salón de la Fama desde la primera vez que aparezca en la papeleta.
Pero vale la pena notar que Pujols será el sexto miembro del club de los 600 jonrones cuya carrera se haya desarrollado en algún momento de la era de los esteroides, que se extendió de la década de 1990 a mediados de la de 2000, hasta que el béisbol adoptó finalmente una política antidopaje que le ha puesto cierto freno (aún insuficiente).
De los otros cinco, sólo Ken Griffey Jr está en el Salón de la Fama. Barry Bonds, el máximo jonronero de la historia con 762, no ha sido elegido, ante sus vínculos con escándalos de dopaje, si bien parece reducirse la animadversión al hecho de que llegue algún día a Cooperstown.
Alex Rodríguez, quien reconoció el consumo desustancias prohibidas y purgó una larga suspensión en el ocaso de su carrera, enfrenta un camino cuesta arriba antes de que se le elija, pese a sus 696 vuelacercas.
El dominicano Sammy Sosa no tiene oportunidad de ingresar al recinto de los inmortales, con todo y sus 609 jonrones, vistos con suspicacia por los votantes.
Jim Thome (612) estará en la papeleta para 2018, y podría tener alguna oportunidad, pues nunca se sospechó de él.
Pero antes, tan sólo ser miembro del club de los 500 cuadrangulares otorgaba un pasaje directo al Salón de la Fama. De los 15 primeros jugadores que alcanzaron esa cifra, 12 fueron elegidos al primer intento.
Y el propio Pujols ha restado interés al asunto de los 600 cuadrangulares.
“No juego aquí por los números”, señaló. “Me interesa la historia, no me malinterpreten, y la respeto. Pero creo que éste es un tipo de distracción con la que no deseo jugar”.
No debería preocuparse.
Nadie parece darle tanta importancia ahora a la cifra de jonrones.

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