EL DESCALZO
JACKSON
Por Héctor
Barrios Fernández
En mi caso, todos los temas relacionados
con el béisbol de cualquier parte del mundo son de importancia y de interés, ya
que me permiten combatir mi dilatada ignorancia respecto al tema, pero confieso
que si se trata de asuntos relacionados con “El Diamante Negro” José de la
Caridad Méndez o de Joe “El Descalzo” Jackson, atraen mucho más mi atención.
Quizá porque los dos son Joe o José, no lo sé.
Los Medias Blancas de Chicago de 1919
fueron uno de los grandes equipos de su era. Ganaron el campeonato de la Liga
Americana y se enfrentaron a los Rojos de Cincinnati en la Serie Mundial. Eran
favoritos 3 a 1 para ganarla.
Pero cuando la serie estaba en curso,
las apuestas comenzaron a aparecer para blanquear dinero. Los comentarios en
las calles eran que el apostador de New York, Arnold Rothstein estaba detrás de
esto y que la serie estaba arreglada.
Escuchando ese rumor, el jardinero de
los Medias Blancas “El Descalzo Joe Jackson” le pidió al manejador de Chicago
Kid Gleason y al dueño Charles Comiskey que lo dejaran en la banca. Pero ellos
insistieron en que jugara.
Ellos habrían estado locos en no poner
en el campo a su mejor jugador.
Durante la serie Jackson bateó el único
home run, tuvo el porcentaje de bateo más alto, no cometió errores y estableció
un nuevo record para serie mundial con doce hits.
Sin embargo los Rojos ganaron.
Edd Rousch, quien jugó para los Rojos,
descartó que la serie estuviera arreglada. “Nosotros fuimos el mejor equipo,”
dijo. El umpire Billy Evans quien trabajó en la serie dijo que: “Quizá soy un
bobo, pero todo me pareció correcto”.
Pero el rumor de un arreglo persistió.
La temporada de 1920 siguió su curso y los Medias Blancas estaban caminando
fuerte a su segundo título en fila cuando un malvado apostador en Filadelfia
dio la noticia de que un juego entre los Cachorros y los Filis había sido
arreglado en 1919.
Eso llevó a una investigación por
apuestas, el tema principal era la serie mundial de 1919.
Con solamente un par de días para
terminar la temporada de 1920, un gran jurado fue llamado para determinar si
ocho jugadores de los Medias Blancas deberían ser juzgados por presuntamente
dejarse ganar en la serie mundial de 1919. Jackson era uno de ellos.
A él le preguntaron bajo juramento:
¿Hiciste algo para dejarte ganar esos juegos?
“No señor,” fue su respuesta.
“¿Algún juego en la serie?”
“Ninguno,” Jackson respondió. “No hice
un sólo error o juego erróneo.”
Tomó al jurado presentar una sola boleta
para absolver a los ocho jugadores acusados. Pero al siguiente día, el primer
Comisionado del béisbol, el Juez Kenesaw Mountain Landis, quien vino al poder
en el otoño de 1920 con un contrato vitalicio y la consigna para limpiar el
juego usando cualquier método, consideró adecuado expulsar del béisbol de por
vida a todos los ocho jugadores acusados.
Este fue básicamente el final de la
historia del más grande escándalo de los deportes en el siglo. Pero esta es una
historia que continuaría hasta nuestros tiempos.
Preguntas que permanecen vigentes a lo
largo de los tiempos.
¿Hubo un plan para entregar la serie
mundial?
¿Fue llevado a cabo?
Si lo fue, ¿Cuáles juegos fueron
entregados?
¿Cuál fue la participación de cada
jugador expulsado?
¿Por qué hubo una expulsión general de
los jugadores?
Buck Weaver fue expulsado no por perder
a propósito, sino por presuntamente tener conocimiento de que había un complot
y no reportarlo. Fred McMullen fue expulsado aunque él vino a batear dos veces
y conectó un hit.
Joe “El Descalzo” Jackson fue expulsado
aunque con su desempeño rompió sus propios records.
Si los ocho jugadores fueron encontrados
inocentes por las leyes de una Corte, ¿cómo pudieron ellos ser encontrados
culpables por un Comisionado de Béisbol?
Las presiones públicas se fueron
incrementando año con año para anular lo que muchos creen fue una terrible
equivocación. Pero esta expulsión aún persiste.
Cada Comisionado del béisbol desde
Landis ha rechazado actuar.
El Comisionado Fay Vincent dijo: “No
puedo decodificar qué fue lo que sucedió en aquel entonces. No tengo
intenciones de tomar una acción formal”.
Por su parte el Comisionado Bart
Giamatti expresó: “No deseo jugar el papel de Dios en la historia. El caso de
Jackson es mejor dejarlo al debate y análisis de los historiadores. Yo no estoy
por la reinstalación.
El actual comisionado Rob Manfred ha
ofrecido su opinión:
“No sería apropiado para mí reabrir este
caso.”
Hubo otros escándalos deportivos en el
siglo XX, peleas de Box que fueron arregladas o presuntamente arregladas, el
gran escándalo del básquetbol colegial de los 1950s en la ciudad de New York,
rumores de otras faltas en los deportes, pero ninguna comparada con el
escándalo de los “Black Sox” en 1919.
Y esto no acabaría.
Con la expulsión del béisbol de Joe “El
Descalzo” Jackson y los otros siete jugadores de los Medias Blancas de Chicago,
fue como si el deporte estuviera diciendo: Ahora nosotros estamos limpios y nos
hemos purgado de las formas deshonestas del pasado. Y si “El Descalzo” Jackson
en plenitud de su carrera en el béisbol y los otros fueron sacrificados, fue
porque así tenía que ser.
Una de las más grandes estrellas de ese
tiempo, Joe Jackson, continuó ejerciendo una fuerte fascinación entre el
público aún después de su expulsión.
Toda clase de historias se le atribuyen
a él. Una dice que un niño se encontró con el jugador en las escaleras de la
Corte y con lágrimas en el rostro le dijo: “Say it ain’t so, Joe”, “Dime que no
fue así, Joe”.
Por cerca de veinte años, Joe Jackson
trató de continuar jugando en ligas ilegales y en ligas semi profesionales.
Jugó bajo algunos seudónimos y con disfraces, pero su inconfundible manera de
abanicar la pelota siempre lo descubría.
El Juez Landis, el fanático, anti
sindicalista, anti negro, vengativo e implacable primer Comisionado del béisbol,
conminó a los dueños de equipo y oficiales de la liga a mantener a Jackson
fuera del juego.
Aun cuando “El Descalzo” pidió permiso
en 1932 para manejar un equipo de liga menor en su pueblo en Greenville,
Carolina del Sur, Landis fue intransigente, negó la solicitud.
En 1951, Joseph Jefferson Jackson murió
de un ataque masivo al corazón, apenas una semana antes de que él apareciera en
el altamente popular programa de televisión de Ed Sullivan.
Sullivan iba a presentar a Jackson con
un trofeo en honor de su inducción al Salón de la Fama de los Indios de
Cleveland.
Ese hecho fue un gran logro. Pero todos
los intentos durante y después de la vida de Jackson para lograr su inclusión
al del Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown, New York, fallaron.
Prominentes abogados como Alan
Dershowitz y F. Lee Bailey han argumentado que Jackson debería estar en dicho
Salón. Leyendas del béisbol como Ted Williams tomaron un papel en favor de la
causa de Jackson.
Ha habido peticiones, mociones en el
Congreso, cartas enviadas a los Comisionados del béisbol a través de los años,
todas no han valido.
Joe Jackson “El Descalzo”, fue un
jugador que impuso el tercer porcentaje de bateo más alto en la historia del
béisbol.
Fue un jugador que cuatro veces bateó
sobre los .370 de porcentaje. También fue un jardinero más que excelente, tanto
que su guante fue apodado, “el lugar donde los triples mueren”.
Babe Ruth copió la manera de batear de
Jackson y proclamó, “El Descalzo Joe fue el más grande bateador que jamás vi.”
Ruth, Lou Gehrig y Casey Stangel, entre otros, colocaron a Jackson en el equipo
de estrellas de todos los tiempos.
Los zapatos de Joe Jackson están en el
Salón de la Fama. Su fotografía gigante está allí también. Pero él no está
entronizado aún, aunque otros con muchos menos méritos y por mucho con más mala
reputación, lo están.
Vamos con una historia que no se
termina, el escándalo deportivo más grande del siglo XX y quizás de cualquier
siglo.
Este caso está aún con nosotros por un
evidente error de la justicia, en donde el ignorante fue engañado por el
astuto, en donde los indefensos sufrieron y los poderosos se impusieron, en
donde Jackson y los otros fueron chivos expiatorios, víctimas que se vieron
atrapadas en una encrucijada.
A finales de los 1940s, Ty Cobb y el
redactor deportivo Grantland Rice pararon en una tienda de licores en
Greenville, Carolina del Sur, cuando regresaban de un torneo de golf en
Augusta, Georgia.
Cobb saludó al hombre detrás del
mostrador. “Te conozco,” dijo Cobb. “Tú eres Joe Jackson. ¿Me reconoces Joe? me
detuve especialmente para saludarte”.
“Te conozco,” dijo el hombre detrás del
mostrador, “pero no estaba seguro de que tú quisieras hablarme. Muchos no la
hacen”.
La última vez que estos hombres se
habían visto, hacía más de un cuarto de siglo, fue en un campo de béisbol. Pero
la vida los había enviado por diferentes caminos.
Ty Cobb se había convertido en un
miembro del Salón de la Fama, en una aclamada leyenda, un empresario
millonario, mientras Jackson había vivido en la grave ofensa de ver su gloria
ensuciada, reduciendo su vida a vivirla dentro del pequeño pueblo que lo vio
nacer.
“Joe,” dijo Cobb, “tú tenías la
habilidad más natural, el swing más grandioso que jamás vi”.
Jackson asintió y por un instante su vista
se perdió en la lejanía.
“¿Podría tener una pelota autografiada
por ti?” Cobb continuó. “Siempre quise una”.
Jackson dudó. “Te daré una, pero tendrás
que regresar mañana si puedes”.
“Bueno, nosotros solamente íbamos de
pasada…pero otra vez será”.
Nunca hubo otra vez. Habría sido fácil
para Jackson conseguir una pelota el mismo día, pero aún, después de años, él
no había aprendido a escribir su nombre.
Por cierto para mayor información sobre
el tema le recomiendo el libro de David Calderón, “Dime que no fue así Joe” y
también otro no menos interesante “Shoeless Joe & Ragtime” de Harvey
Frommer.
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