21 mar 2019

AL BAT POR: JESUS ALBERTO RUBIO

Al Bat

Como que algo más le falta

Por Jesús Alberto Rubio.

Me llamó la atención lo que nos acaba de decir el amigo lector Luis Antonio Valenzuela Luna: el sábado pasado estuve en el Salón de la Fama del beisbol de México con sede en  Monterrey y siento que es un buen comienzo, pero le falta mucho más. Y sí, es muy bonita la construcción, pero como que le faltan mucho más acervos y objetos de historia, algo que te entretenga más.

Ya lo conoceremos y comprobaremos lo planteado por Luis Antonio. Aunque, al respecto, el colega historiador del recinto, Horacio Ibarra Álvarez, pudiera decirnos algo sobre el tema.


Carlos R. Castillo Barrio:

En relación al nuevo estadio de los Diablos Rojos, el Alfredo Harp Helú –el sábado de enfrente con una serie de los Pingos ante prospectos de los Padres de San Diego—nos señala que “es una gran sorpresa y alegría para los fans capitalinos el que tengan  un verdadero escenario de beisbol de esa naturaleza.

Las Ligas negras y empleos

A propósito de historia:

Le digo al profesor Héctor Barrios Fernández, un  enamorado de la historia del beisbol como usted y yo,  que a pesar de los problemas financieros que enfrentaban periódicamente aquellas ligas negras de béisbol de EU, lo cierto es que mantenían un alto nivel profesional y se convirtieron en motor del desarrollo económico y la afirmación cultural en muchas comunidades negras.

Además, su existencia significaba empleos y, obviamente, derrama económica ya que los vecindarios afronorteamericanos,  especialmente los que estaban cerca de los estadios, los negocios florecían, fuesen tiendas de ropa, restaurantes y clubes de jazz.

    
También los viajes daban a los jugadores la oportunidad de conocer Estados Unidos de una manera que les “abría realmente sus mentes a todo tipo de cosas en la nación”.

Incluso, permitió a los jugadores la oportunidad de ejercer liderazgo y propiedad en el deporte.

La segregación racial

El colega cubano Rogelio M. Díaz Moreno aborda un texto del académico James D. Cockroft, quien en su libro “Latinos en el béisbol”, analiza la segregación racial en el béisbol en EU.

Veamos:

“Aborda aspectos oscuros del béisbol, de esos que constituyeron una vergüenza y que provocaron humillaciones, segregación y agresiones contra las minorías, los marginados y los inmigrantes.

Señala que durante decenas de años, la actividad atlética, la más antigua concebida para unir a las comunidades de todo el universo, sirvió en los terrenos estadounidenses para consolidar el racismo contra negros y latinoamericanos, así como contra los judíos.

Cockroft explica y detalla cómo el racismo en el béisbol norteamericano fue el reflejo de las tendencias de dicha sociedad, y persiste aún en nuestros días, si bien en formas más sutiles que antaño.

Cita cómo periodistas y diversas autoridades se confabularon para opacar el gran arraigo de los guantes y las pelotas en otros países desde tempranas épocas y, final e inevitablemente, la forma en que latinoamericanos y negros fueron imponiendo su presencia y sus grandiosos rendimientos en el big show.

Estrellas de insuperable calidad

La historia de las ligas de béisbol en la primera mitad del siglo XX es comentada por Cockroft desde ese punto de vista, que pasma y escandaliza, de tanto comprobar cómo estrellas de insuperable calidad eran relegadas por el color más opaco de su piel, negándoseles el derecho de competir al lado de las figuras “blancas”.

Se refiere una consistente serie de encuentros, entre equipos whasps y de morenos, en los que estos últimos demostraban ser iguales o superiores a los primeros, para escándalo o euforia del público, según la zona del graderío.

Por las páginas del libro desfilan nombres que provocan hoy un ataque de nostalgia en los aficionados de cada país, aún sin haberlos conocido: los Martín Dihigo y José Méndez, “El Diamante Negro” de Cuba; los afroamericanos Fletwood Walter, Andrew “Rube” Foster, Charlie Grant y Bruce Petway; el venezolano Alejandro “Patón” Carrasquel, etc.

Insultaban a Adolfo Luque

Una escena de discriminación típica la vivió el gran Adolfo Luque, que recibió por su condición de cubano, y a pesar de su piel clara y ojos azules, abucheos y gritos de “negro” por indeseables aficionados.

En una lucha nacional que abarcó prácticamente cada esfera de la sociedad, enfrentando instituciones racistas y terroristas como el Ku – Klux – Klan, realizando innumerables sacrificios, ofreciéndose a derramar su sangre por su país en las guerras mundiales, y acudiendo a la insubordinación y a la lucha por los derechos civiles, los aspectos más desvergonzados de la segregación racial se fueron venciendo.

En el béisbol, la reconocida e indiscutible calidad de atletas como Martín Dihigo –primer latino escogido para el Salón de la Fama– y, no podía faltar, el pensamiento pragmático y el dinero que se podía recaudar, fueron desvaneciendo las barreras entre jugadores.

También destaca la emblemática figura de Jackie Robinson, abanderado de la integración en la pelota grande.

A fuerza de batazos y actuaciones tremendas, latinos, negros e inmigrantes fueron venciendo estigmas en un proceso no exento de retrocesos; despertaron una enorme popularidad entre las masas de público que pagaban su entrada a los estadios; impusiéronse a los obstáculos y se ganaron su justo lugar en el pasatiempo nacional estadounidense”.

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