UN JAROCHO TRIUNFA EN LAS GRANDES LIGAS.
Por CESÁREO SUÁREZ NARANJO.
PRÓLOGO.
Todas las historias tienen su debida dimensión, por lo que esta no podría ser la excepción. Es más, si hay algo excepcional en ella sería por el giro que dieron las cosas para que sucedieran de esa manera. Porque si nos ponemos a pensar que si ese chamaco le hubiera hecho caso a su papá, no nos estaríamos tomando la molestia de escribir algo acerca de él.
¡Y ni negar que también tenía habilidad para darle a la "de gajos", como se le llamaba al balón de "fúr-bol" en aquéllos tiempos! Y su padre, apreciando sus cualidades, le animaba para que tomara ese camino (ya andaba por ahí un tal "Isidoro Lángara", quien, por su enorme calidad, dio origen a un calificativo de "excelencia" hacia alguna persona que destacara en cualquier actividad).
Corrían los años treinta, y pronto comenzaría la quinta década del siglo pasado. Para entonces, también, sonaban las notas de esa hermosa composición del "FLACO de ORO", y se oiría la voz cálida y sensual de TOÑA la NEGRA interpretando la letra: "yo nací, con la luna de plata; y nací, con alma de pirata..." (que es, para nosotros los jarochos, como un himno).